CRÓNICA DE LAS ASCENSIONES A LOS PICOS ARRIEL Y PALLAS

 

Actividades pasadas

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A nuestros dos guías y ángeles de nuestra guardia, y a Gemma que no pudo venir.

15 de Julio de 2006. Pico Arriel.

1Cuentan algunos que pasada la frontera de España bajando el puerto de Portalet una bella pastora apareció tras una curva cerrada a la vera del camino como un encanto más de la montaña, augurando la belleza y la dicha del lugar, y al parecer acertó al mostrarnos los encantos de su tierra.
No sé si es cierta o no la aparición de la ninfa de Ossau o la bella pastora, pero dicho encantamiento fue muy comentado durante la improvisada cena que al anochecer realizamos bajo la sombra del mágico gigante que es el Midí de Ossau.

1Tras pasar la noche en el Caillon de Soques, unos cinco kilómetros tras el puerto del Portalet, en la vertiente francesa, bajo el brillo de las estrellas y acompañados del manso y relajante sonido de una cascada próxima, nos despererezamos al alba, desmontamos las tiendas, desayunamos y junto a nuestros guias más entrañables: los dos Pedros, ascendemos zigzagueando el torrente de Arrius por un bosque húmedo y sombreado de hayas y abetos. Poco a poco, de frente y a paso maniobras vamos ascendiendo por el torrente, cientos de metros dentro del estrecho valle, donde desaparece el arbolado y aparecen buenos pastizales de montaña, rebaños de vacas. El rio va perdiendo fiereza con la altura hasta convertirse en un manso arroyo.

1Tras casi dos horas de marcha llegamos al Coll (collado de Arrius) a 2260 metros de altitud, salvando casi mil metros desde nuestra salida, a la izquierda dejamos el pico de Luriel y a derecha queda el pico de Arriel. Al pasar el collado seguimos el primer valle a la derecha que nos conduce al collado de Soba (2450 m) donde comenzamos a pisar tierra española. Dejamos algunos las mochilas, giramos esta vez a la izquierda bordeando el pico pequeño de Arriel, sorteamos granitos y piedras de hierro, comenzamos a trepar, y vamos ascendiendo vertiginosamente el cono volcánico del pico Arriel.

1Llegados a la cima, desde lo alto en este dia claro y despejado se abre un horizonte limpio. A nuestros pies mirando al norte se encuentran una docena de ibones de Arremoulit; en cola del mayor junto a un dique se encuentra el pequeño refugio donde dormiremos. Al sur tierras de España: la atormentada sierra de la Partacua, amurallada como una fortaleza, la peña Foratata que desde lo alto parece más pequeña y que oculta el pueblo de Sallent, al lado el embalse de la Sarra bucólico y familiar, el ibón de Respomuso, los picos del Infierno y Garmo Negro;

1y al este desafiante como un gigante el soberano Balaitus (primer tres mil de envergadura desde el mar) escoltado por media docena de tresmiles menores que son las Frondiellas. Al noreste, cercano y desafiante, afilado y negro como el Arriel, el pico Pallas. Debajo, sus cinco ibones de Arriel reflejan sus aguas de esmeralda. A lo lejos, un rosario de montañas conocidas: Middí, Bisaurín, Aspe, Collarada, Anayet y al oeste otro gigante desafiante, el señor del Pirineo: el Vignemale.
En la cumbre, fotos, sonrisas, miradas de complicidad tras el esfuerzo, amistad, humanidad, respeto a la naturaleza más adusta, la vista perdida en el espacio... El esfuerzo y la montaña añaden un pliegue más a nuestra alma y una página a nuestros sueños.

1Tras los momentos sublimes de cumbre, bajamos por la vertiginosa subida, cogemos nuestras mochilas en el collado de Soba, giramos a la derecha y nos disponemos a comer junto al solitario y encajonado ibón de Arrius.
Con el estómago pesado por el embutido y el buen vino de Félix, bajamos el estrecho y vertical pasaje de Orteig, con su cable de acero que hace de pasamanos, y bajo el precipicio aparece el redondo y embalsado ibón de Artouste, donde llega un pequeño trenecillo turístico.
La bajada es tranquila. A primera hora de la tarde, tras pasar el dique del ibón mayor, llegamos al humilde, acogedor y digno refugio de Arremoulit, donde nos espera una tarde de tertulia rodeados de agua y por un rosario de montañas volcánicas y piramidales que rondan los 3000 metros: los dos picos de Arriel, los dos picos de Luriel y el Pallas.

1Cenamos dignamente, atendidos por la hija del guarda, joven dotada de curvas juveniles y pícara sonrisa, y a continuación nos instalamos en una buena tienda-barracón. Se acuestan los más, y los menos comienzan una tertulia entretenida bajo la luz de las primeras estrellas, la brisa de montaña y las picaduras de los mosquitos. Nuestro entrañable Pedro E. nos hace reir a mandíbula batiente pasando momentos entrañables; aquel tiempo que pasamos riendo son momentos que pasamos con los dioses.

16 de Julio de 2006. Pico Pallas.

Soñamos sueños de luz bajo las negras montañas, y al alba suena el despertador de gallo. Aparece un dia fresco y claro, desayunamos entre bostezos y poco a poco y en silencio la oruga humana de nuestro grupo se desplaza hacia el este y va ascendiendo, tras los dos Pedros, sobre los ibones altos de Arremoulit hacia el sur del Pallas, saltando sobre granitos de grandes dimensiones buscando la arista de los Geodésicos.

1Llegados al collado preparamos cuerdas, arneses, cascos y ferralla, y nos encordamos en grupos de tres o de cuatro. Pedro A. carga con las damas (que en todo momento se comportan como caballeros), y todos valientes guiados por Pedro E. que salta como un chaval sobre las rocas y se desenvuelve como pez en el agua entre las alturas, va conduciendo, marcando y asegurando el camino hacia la cima.

1Tras el esfuerzo, concentración, precisión y paciencia de una arista un poco difícil (grado 3), llegamos a la cumbre del Pallas. Una cima ganada con paciencia, con mimo, con esmero, con sonrisas. Una de las cumbres donde la vista que se divisa es de lo más bello que hemos visto, donde el tiempo se detiene, el aire es transparente, la mirada se pierde, el alma se eleva, donde todos nos hacemos mejores, olvidamos muchos de nuestros pesares, sonreímos sin miedo al mañana, compartimos sueños y amistad... Momentos de esa mañana clara que jamás ninguno olvidaremos.
Tras esos momentos dulces y fugaces, volvemos a movernos lentamente, y asegurando la bajada por el mismo camino de subida. Con la mente en calma, desandamos el camino andado y llegamos de nuevo al refugio de Arremoulit donde nos sorprende un chaparrón de media hora, afortunadamente, a cubierto.

1Comemos y bebemos (vino), y al amainar la lluvia abandonamos el refugio y nos dirigimos de nuevo hacia el vertical paso de Orteig, tras él, llegamos al coll de Arrius; desde allí descendemos los altos pastizales y escoltados por truenos y relámpagos delante y detrás, bajamos hacia el bosque que nos conduce a los coches. Al frente, entre las nubes, nos observa con sus dos cuernos el negro y solitario Midí de Ossau.
Besos, abrazos, y agradecimiento sincero en nuestra despedida a todos los que hacen que la montaña sea un remanso de paz, un desafío a nuestra comodidad, un esfuerzo agradecido y una escuela de amistad para todos nosotros.

E H A